La pandemia continúa en todo el mundo, y con la aparición de la variante ómicron, todo parece indicar que va para largo. Sin embargo, lo peor está por llegar, pues con todo el gasto que ha habido de gel desinfectante y otros productos, existe un riesgo real de que llegue a terminarse el alcohol.
Usualmente, el alcohol medicinal se extraía de la caña, y su uso excesivo ya había afectado de manera significativa a la gran industria del ron y a la gigantesca industria del Tonayán, pero gracias al cielo existían opciones para embriagarse.
Sin embargo, con la escasez de alcohol es posible que las empresas farmacéuticas tomen de donde puedan, lo que se traducirá en que cada vez quede menos para beber, lo cual sería terrible, verdaderamente terrible. Un enorme y triste desastre a nivel mundial.
Existe aún alcohol bebible como para mantener un modo de vida decente, como manda Dios. Pero si la pandemia se extiende, no sé, unos seis meses más, el chupe se irá agotando poco a poco, hasta que al final no quede nada.
La comunidad médica sostiene que vale la pena, porque se salvarán muchas vidas. Y aunque tienen razón, lo paradójico es que no habrá motivo para seguir viviéndola.