La situación entre México y Estados Unidos está candente. Pocas veces en la historia se había generado tanta efervescencia, de tal suerte que los aires de patriotismo surcan el ambiente y el fervor nacional se transpira por cada poro del cuerpo.
El presidente estadounidense Donald Trump anunció que su gobierno impondrá aranceles a toda importación mexicana si no se detiene el flujo de migrantes hacia su país (en un principio serán del 5%, pero eventualmente subirán cada mes, pasando de 10%, al 15% y al 20%, para llegar al 25% en octubre). Esto provocó que el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador respondiera enérgicamente a través de una misiva, en la que señaló que la política de “America First” es una falacia.
Pero eso no importa. Esas son situaciones menores y de poca o nula importancia. Lo que cuenta es lo que de verdad levanta pasiones, arrebatos; lo que exalta el entusiasmo y nubla la razón.
¡El futbol, señores!
Y es que el próximo 15 de junio inicia la Copa Oro de la Concacaf, y la Selección Nacional dirigida por el Tata Martino está lista para ir a la guerra. México quedó en el Grupo A, mientras que los chinches gringos van en el Grupo D, y como ambos grupos están llenos de equipos piteros, es casi seguro que el día 7 de julio, en la ciudad de Chicago, ambas escuadras se verán las caras en la gran final.
¡Esto es la guerra! ¡Y sólo habrá un vencedor! ¡Vamos, muchachees!
Donald Trump exige que el Club América sea «devuelto» a Estados Unidos