Estamos pasando por momentos muy complicados en materia ambiental en la Ciudad de México. Hemos visto cómo las pre-contingencias ya no son suficientes para que la calidad del aire mejore, y se ha llegado al punto de reducir la circulación de autos.
“Esto es un atropello para todos los que nos gastamos una buena lana, digo, para los que pasamos la verificación honestamente a fin de conseguir el holograma doble 0”, dijo el señor Tiburcio Trinquetes, un honrado ciudadano, en un sondeo realizado por este reportero.
El transporte público se ha vuelto gratuito estos días, con tal de motivar a la gente a que haga menos uso de su vehículo, pero esto es también un problema:
“Lo malo son las las hordas de Godínez que gustan de disfrutar su tamal y su atole saliendo de cada estación del metro”, declaró doña Petra Escalante, dependiente de farmacia.
Florecio Rosales, estilista, dijo: “Lo que pide el gobierno es que ocupemos un transporte que ya ha sido sobrepasado por el número de habitantes de la Ciudad, es decir, ya no tenemos que pagar por ir manoseados, ¡ya es gratis!”.
Lenin Taboada, fósil de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fue tajante: “Se nos pide que no salgamos de casa de no ser necesario, que no tengamos actividades al aire libre y otras precauciones adicionales para que no salgamos tan dañados de esto… ¡No hay duda! ¡Esto es una cortina de humo creada por el maldito sistema!”.
De acuerdo a un grupo de científicos del IPN, lo que sucede es causado, efectivamente, por una cortina de humo: “Si se fija, es un humo gris que se hace presente por las mañanas y que no deja ni ver lo que hay en la otra esquina de la calle, un humo que tapa el sol, que hace que el calor se sienta con más fuerza, y que nos causa mareos, y otras sensaciones no tan gratas”.
Increíblemente, aquellos que dicen que todo esto es una cortina de humo para ocultar los terribles planes del gobierno, esta vez tienen razón.