Lo que muchas economías temían ha sucedido. Los habitantes del Reino Unido votaron en un referéndum a favor de la separación de la Unión Europea, a la que han pertenecido desde hace más de 40 años, y con ello retomarán políticas económicas propias así como controles fronterizos.
Países de todo el mundo han encendido las alarmas debido a este cambio, en especial por la especulación económica que trae consigo, a pesar de que el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea durará entre dos y siete años. El golpe no sólo es en el viejo continente, sino también en el nuevo.
Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, nos concedió una breve entrevista al respecto, para la cual tuvo que interrumpir su comida de las 9 de la mañana:
«Se habían aplicado las medidas financieras correctas y equilibradas para anticiparnos a cualquier discrepancia cambiaria en caso de que la fluctuación de los mercados globales de capital adquiriera una volatilidad imprevista. Nuestra política ostenta como máxima la pretensión de que los índices bursátiles domésticos se prorrogarán en cuanto a consistencia, aplomo y armonía, tres características que lograrían conferirnos la imperturbabilidad, calma y sosiego que se traducirían en que el costo de nuestra moneda no se vea afectado por factores micro, macro y mecro financieros externos, los cuales suelen acompañarse de una afección, catarrito, pulmonía y posterior quebranto de las plataformas económicas que habíamos trazado con anterioridad a la crisis última inmediata anterior en la cual el peso se devaluó abruptamente”.
— ¿Nos podría decir lo mismo pero en cristiano, doctor Carstens?
— Que ora que el peso caiga a 50 por un dólar, no nos echen la culpa, no sean manchados.
— Pierda cuidado, doctor. Lo dejamos que siga comiendo.
— Ya era hora.
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