En el gobierno de Aristóteles Sandoval, en Jalisco, Mauricio Gudiño Coronado es el titular de la Secretaría de Movilidad. Gudiño antes coordinó la campaña de Enrique Peña Nieto en ese estado, y quizá por eso se le pegaron algunas mañas y se ha vuelto un personaje curioso gracias a sus declaraciones desafortunadas. Es decir, anda peñanieteando.
Primero cuando permitió el alza al precio del pasaje del transporte público, porque ya le habían dejado el papel firmado. «No sé, así estaba cuando llegué», fue su argumento para permitir tal acto, que sólo duró dos días. Ahora, no se lamenta al haber reconocido que él quita y pone el Operativo Curva (el equivalente al alcoholímetro del DF) cuando le da la gana.
— Señor secretario, díganos, ¿se siente mal de que la opinión pública lo critique por lo del torito?
— Está bien que la gente critique, porque eso construye el diálogo, pero sentirme mal porque me critiquen, jamás.
— Algunos hacen bromas. Dicen que hasta quiere usted llorar.
— ¿Llorar por el torito? Ni que fuera Pepe el Toro.
Gudiño es descendiente de Saturnino Coronado Organista, Gobernador de Jalisco en 1947, pero hoy en la perla tapatía nadie habla de ese dato, pues la opinión pública prefiere señalar sus desaciertos, como éste, donde deshabilitó el alcoholímetro para que los policías que participan en el operativo se incorporaran a la posada navideña de la Secretaría de Movilidad.
«¿Y? Si me dieron el poder de hacer este retén es para que pueda ponerlo y quitarlo cuando quiera. A ver, imagínate que lo organizamos cada que a la gente le de la gana… ¡Van a querer hacer lo mismo, pero a diario! Yo de menos lo hice sólo un día por mi posada, no porque me encante andar de briago».
— Sí, señor, ¿pero no es mejor predicar con el ejemplo?
— Yo no predico, ni que fuera sacerdote. Ahora, si me permite, tengo un dolor de cabeza terrible…
Entonces el señor secretario se fue y dejó esta entrevista inconclusa