Margarita Arellanes evita hablar del chapulineo

En estas elecciones de 2015, en todo el país ha arreciado el fenómeno del chapulineo, que es como le pusieron a la acción de no terminar un periodo en un cargo público a fin de “saltar” al siguiente cargo, con lo que diputados y presidentes municipales sólo gobiernan dos tercios de su administración y piden licencia para postularse para diputados o presidentes municipales.

Es el caso de Margarita Arellanes, presidenta municipal de Monterrey, quien había prometido que no chapulinearía, pero ya chapulineó, pues pidió licencia para separarse de su puesto y actualmente es precandidata a la gubernatura de Nuevo León por el PAN. Me fue encomendada una entrevista con ella cuyo objetivo era preguntarle sobre el chapulineo, pero desgraciadamente, minutos antes de que comenzara el diálogo, sus asesores me pidieron muy amablemente no tocar dicho tema.

— Señora Margarita, buenas tardes. Nuestra intención era hablar sobre el chapulineo en la política, en especial de su experiencia personal, pero nos han pedido no tocar el tema, así que se me ocurre hacerle una serie de cuestionamientos para saber, como gobernadora, qué decisiones tomaría. ¿Está usted de acuerdo?

— Adelante. Esta vida es de oportunidades. Usted dígame y yo brinco.

Para conocer su entereza: Si en su gobierno hubiera un terremoto y usted estuviera en lo más alto de palacio de gobierno y la única forma de salvarse fuera brincando, ¿lo haría?

— Quiero partir de algo que es real, amigos y amigas. Aquí, frente a ustedes no hay ninguna chapulina.

— Muy bien. Eso nos queda claro… Ahora una pregunta en torno al cariño por su posible gobierno. Si usted fuera en un avión y éste presentara fallas, y la única forma de sobrevivir y seguir gobernando fuera saltar hacia el mar, ¿lo haría?

— Quiero partir de algo que es real, amigos y amigas. Aquí, frente a ustedes, no hay ninguna chapulina.

— De acuerdo. Ahora una pregunta sobre convivencia con los infantes. Si durante su gobierno usted saliera a las calles a contemplar qué tal va el progreso en la ciudad y unas niñas estuvieran brincando la cuerda. ¿Brincaría con ellas?

— Quiero partir de algo que es real, amigos y amigas. Aquí, frente a ustedes, no hay ninguna chapulina.

Para hablar de su fortaleza. Si tuviera la mala suerte de encontrarse con los amantes de lo ajeno y la amenazaran con dañar a un tercero si usted no les da algo a cambio, ¿brincaría con la lana?

— Quiero partir de algo que es real, amigos y amigas. Aquí, frente a ustedes, no hay ninguna chapulina.

Tengo una última pregunta, pero es algo fuerte. Si gusta leerla antes, por si se la quiere brincar.

— Quiero partir de algo que es real, amigos y amigas. Aquí, frente a ustedes, no hay ninguna chapulina.

Concluyó la precandidata.

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