Encuentran en textos bíblicos antiguos el verdadero origen de la mujer

Un grupo de académicos de la Universidad de Tel Aviv descubrió unas tablas de arcilla de más de 8000 años de antigüedad, las cuales han identificado como la versión original del Génesis, el primer libro de la Biblia.

Los expertos se han dado a la tarea de traducir el contenido de las tablas, y hasta el momento han descifrado las escenas de la creación del mundo y la creación del hombre. En esta última es donde más diferencias podemos encontrar con respecto a la versión del Génesis que todos conocemos.

Con autorización de la Universidad de Tel Aviv, reproducimos algunos fragmentos:

«Formó, pues, Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente. Le llamó Adán.

Tomó Dios al hombre y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrase y lo guardase. Y mandó Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; más del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás.

Y todo era normal, hasta que un día, el hombre, grito hacia el cielo, pidiendo la presencia de Dios. Era tanta la insistencia que muy pronto el cielo se abrió, y he aquí que se oyó una voz que decía:

“Dime Adán, la mejor de mis creaciones, hecho a mi imagen y semejanza”.

Respondiole Adán: “Dios, tú me has dado todo, me has dado la vida, me has dado un hogar, me has provisto de comida, de un techo, de todo aquello para hacerme sentir feliz, pero creo que algo faltó. El león tiene su leona, el mono, su mona, el conejo a la coneja, y pues yo estoy solo”.

Dios reflexionó y dijo: “Yo te daré una pareja. Se llamará mujer y será el ser más hermoso del universo. Será siempre fiel, vivirá para complacerte, te procurará día a día, jamás dudará de ti, te pondrá por encima de cualquier necesidad suya, no te exigirá nada que no quieras dar, hará lo que sea por verte feliz, no le importará si vive en una cueva o en una casa; ella lo que querrá es estar contigo por siempre; te dará tu espacio cuando lo necesites, no se involucrará en aquello que tú no quieras, siempre te dará la razón y jamás te mentirá”.

«Pero Adán —continuó Dios—a cambio de eso, te pido sólo tus dos manos y tus dos pies».

Y he aquí que Adán entendió que un ser tan hermoso como el que Dios le había descrito sin duda valdría los dos pies y las dos manos, pues tan alto nivel de perfección merecía el sacrificio.

Y dijo Adán a Dios: “Por favor, acércate, quiero decirte algo al oído”.

Consternado, Dios bajó y escuchó a Adán, quien susurrando le preguntó:

“Si todo eso que me ofreces es a cambio de mis dos manos y mis dos pies, ¿con una costilla para qué me alcanza?”».

 

 

 

 

 

 

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